tercera premisa
En el hemisferio sur hemos entrado en la parte estacional que corresponde a la hermosa, fresca y añorada primavera. La llegada de la primavera trae consigo una amplia gama de efectos físicos sobre nuestras vidas -alergías, polen, más sol, resfríos, poleras, y un largo etcétera- rutinarias, burocrátizadas, aisladas y ensimismadas. El mito más recurrente ligado a la primavera es el correlacionado con el amor. El lugar común es: "la gente se enamora en primavera", y la industria cultural nos ha bombardeado con aquello, y así se nos vienen encima una tonelada de malas películas de romance, de pésimos libros, de prensa rosada -tal actor se enamoró de tal actriz, son la pareja perfecta-; en fin, los típicos instrumentos de control social que nos idiotizan y nos hacen olvidar -como una droga permitida- de los problemas concretos, históricos que nos aquejan. Ese es el negocio, diluir al individuo -Adorno y Horkheimer-, dejarlo sin réplica, mantenerlo sólamente como un consumidor pasivo.
Lo realmente cierto es el cumplimiento de la tercera premisa del materialismo histórico, que se encuentra explicitada en La Ideología Alemana -Marx y Engels- que señala: "Los hombres que renuevan diariamente su propia vida comienzan al mismo tiempo a crear a otros hombres, a procrear: es la relación entre marido y mujer, entre padres e hijos, la familia". Marx y Engels apuntan que la procreación se establece como un universal, se encuentra en todas las culturas de la misma forma que el lenguaje y los relatos. Reproducirse es parte de nuestra naturaleza, de la vida misma, de los seres vivos, no involucra -en su origen- conceptos ajenos al orden "natural".
Tal necesidad de procreación -histórica, concreta- no requiere estación predefinida, se define en relación a la satisfacción de una pulsión instintiva que hemos -la humanidad- disfrazado con muchos ropajes: religiosos, económicos, sociales -dejando en claro que los involucra- y principalmente el que los engloba a todos: culturales. No me digan que el "amor" no es cultural, que no es creación del hombre.
Aprovecharé estos días para dedicarme a buscar el amor, ya que estamos en primavera y el amor se encuentra flotando en el ambiente como un perfume importado de Joligud -Hollywood para los menos entendidos- y ha afectado mis hormonas de forma colosal.
Lo realmente cierto es el cumplimiento de la tercera premisa del materialismo histórico, que se encuentra explicitada en La Ideología Alemana -Marx y Engels- que señala: "Los hombres que renuevan diariamente su propia vida comienzan al mismo tiempo a crear a otros hombres, a procrear: es la relación entre marido y mujer, entre padres e hijos, la familia". Marx y Engels apuntan que la procreación se establece como un universal, se encuentra en todas las culturas de la misma forma que el lenguaje y los relatos. Reproducirse es parte de nuestra naturaleza, de la vida misma, de los seres vivos, no involucra -en su origen- conceptos ajenos al orden "natural".
Tal necesidad de procreación -histórica, concreta- no requiere estación predefinida, se define en relación a la satisfacción de una pulsión instintiva que hemos -la humanidad- disfrazado con muchos ropajes: religiosos, económicos, sociales -dejando en claro que los involucra- y principalmente el que los engloba a todos: culturales. No me digan que el "amor" no es cultural, que no es creación del hombre.
Aprovecharé estos días para dedicarme a buscar el amor, ya que estamos en primavera y el amor se encuentra flotando en el ambiente como un perfume importado de Joligud -Hollywood para los menos entendidos- y ha afectado mis hormonas de forma colosal.
1 Comments:
concuerdo contigo querido amigo sobre el caracter cultural del amor... y que eso de la primavera son puras pamplinas... las feromonas (responsables de la sensación de enamoramiento) se seguregan indistintamente de la estación en que nos encontremos...
aparte... supe que estás trabajando!! que buena!! un abrazo y a ver si por otro medio hablamos mas.
PAUS.
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