martes, julio 26, 2005

y sólo era un electricista


El siniestro asesinato del jóven electricista brasileño Jean Charles de Menezes de 27 años en la ciudad de Londres durante la semana pasada, producto de la paranoía que vive el mundo occidental en general y en especial Inglaterra en estos momentos, me hace cuestionar los métodos de "seguridad" de Estado. No dejo de atemorizarme al pensar que cientos de jóvenes en su mayoría se precipitan en las calles de Europa y EE. UU. con la única culpa de ser portadores de un fenotipo sujeto a discriminación y temor. Tal hecho: los cinco balazos en la cabeza, se presenta como un desquiciamiento del gobierno y de las instituciones britanicas, como es el caso la policía y otros organismos de seguridad. Ante tal equivocación, un "lo siento" no basta, ya que bajo esa lógica se podrían justificar una serie mayor de asesinatos similares en nombre de la paz, seguridad interna.
El enemigo es el extranjero, inmigrante oscuro, de piel cobriza, costumbres diferentes, musulmán, "fanatico religioso", una estigmatización irracional. No dejo de pensar en aquellos seres que desconocen por completo la esencia del Islam, como una de las religiones más masivas, pacíficas y tolerantes que se han expandido por el mundo.
Jamás se ha pretendido justificar el asesinato, menos el terrorismo, menos de Estado en aras de la paz, Dios u otra ideología; si no me creen, cuestiónense sobre la acción de las cruzadas católicas en Medio Oriente o la "evangelización" de América por los europeos, o la acción de los mismos ingleses ocupando Irlanda, Escocia, India, Egipto, entre tantos; porque si esa fuera la regularidad no estaría todo occidente cuestionando las acciones de la ETA, IRA o los grupos que portan la bandera de liberación de Palestina.
¿Qué vendrá, más muertos inocentes con rasgos árabes, no occidentales? A pesar de mis serías intenciones de viajar a Londres en un futuro, me cuestionaré si vale la pena morir con unos balazos en la cabeza tirado en el metro. Y sólo me quedará conformarme con vivir en la calle Londres en donde por lo menos puedo caminar tranquilo.


jueves, julio 14, 2005

sobre los ataques de Londres

Hoy, el día de mi cumpleaños, me subí al metro de Santiago para encaminarme hacia el terminal de buses para viajar a Viña del Mar a la casa de mi familia. Pensé en la paranoía colectiva producida por la alta exposición a los medios de comunicación visuales que padecemos como consecuencia de las acciones terroristas desde las Torres Gemelas en adelante, pasando por Madrid y llegando por último a Londres. Creo que realmente perdemos el foco, a menudo, de la importancia que tiene Chile en la política mundial, y se nos pasa por la mente que grupos "terroristas" puedan tener intensiones de hacer colapsar el país como lo han hecho en los otros; por favor, guardemos las proporciones en primer lugar, y en segundo no satanicemos a todos los grupos árabes, no veamos al diablo en todas las personas que son diferentes fenotípica y culturalmente. Tercer lugar, también pensemos en las matanzas que hace EE.UU. en Irak, o la de los sionistas en Palestina, no tienen acaso la misma carga moral? son diferentes? Por esto dejaré de viajar en metro por la menos hasta el próximo mes.

incomodidad chilensis

A propósito de las últimas manifestaciones populares en contra del actual Gobierno del Señor Lagos, entiéndase estas como: las marchas por la libertad de los presos políticos, las actividades de la comisión funa, las tomas universitarias en contra de la ley de financiamiento universitario, la huelga de hambre de los deudores habitacionales, las acciones de los pescadores artesanales, etcétera. Me preguntaba sobre ese descontento acumulado desde hace ya varias décadas, para ser más preciso de los ochenta en adelante con la constante privatización de todo (no es una hipérbole); ligándolo con el fin del presente gobierno de la concertación y la celebración del Bicentenario de la República, y no puedo dejar de pensar en los debates críticos al cumplirse los cien primeros años de la República de Chile, sobre la crisis moral (Mac Iver), la cuestión social (Valdés Canje). Lo rescatable ahí es el sentido de queja de que las cosas no están marchando, planteándose una revisión del momento histórico, una acción que posteriormente se cristalizará en una participación mayor de la ciudadanía. Un poder de decisión mayor es necesario, una participación mayor en esta falacia que llaman democracia. Seamos críticos del discurso del gobierno y aún más criticos de los candidatos presidenciables y los parlamentarios que eligiremos en las póximas elecciones. Por el momento me conformaré con marchar por las calles de Santiago.